Nací en Mérida, soy extremeña. Desde pequeña he sido una persona activa, y curiosa. Cuando era niña pasaba mucho tiempo en el campo con mi familia, correr entre encinas, trepar árboles y saltar de piedra en piedra con mis hermanos y primos era la forma de pasar el tiempo libre. Desde bien pequeña empecé a practicar deporte y durante mi adolescencia, el baloncesto, era una de mis mayores pasiones. Con 16 de años sufrí una lesión de rodilla que me llevó a dejar el baloncesto, fue duro, pero gracias a eso descubrí la fisioterapia. 

Lejos de olvidarme del deporte busqué alternativas y empecé a nadar. El deporte y el movimiento corporal han formado siempre parte de mi vida y ha sido una forma de canalizar mi energía y expresar mi emociones. Practicar deporte en contacto con la naturaleza para mí es un regalo, el movimiento es vida y la vida es movimiento, empezamos a morir cuando dejamos de movernos.

La fisioterapia, empezó por mi propia recuperación, se convirtió en mi profesión y ahora es además, mi vocación.  El estudio del cuerpo en profundidad y el abordaje como unidad con la mente me ha abierto un océano de recursos y conocimientos, empezando por mi propio autoconocimiento. La curiosidad por seguir aprendiendo me ha llevado estos años a estar en formación y práctica continua para buscar nuevos abordajes centrados en la integridad y visión global de la persona, y no centrado en la lesión y el dolor. Mi objetivo es recuperar y mantener el estado natural de ser humano que es la SALUD.

La fisioterapia, tal y como la entiendo, es un estilo de vida. He ayudado a muchas personas a cambiar la relación que tenían con su cuerpo. Personas que a través de la toma de conciencia han aprendido a percibir sensaciones, emociones y movimientos, identificando así los gestos, posturas y hábitos que le impedían olvidar su dolor. 

El estilo de vida que llevamos es cada vez más frenético y exigente, el estado acelerado de nuestra mente se refleja en el cuerpo que aquejado pide atención. La fisioterapia se ha convertido, para muchas personas en un recurso imprescindible para poder seguir avanzando, pero el abordaje centrado en el dolor sólo encuentra un alivio pasajero. 

Cuando te tomas ese tiempo para tí, para entenderte y conocerte, cuando empiezas a explorar el movimiento con atención y curiosidad descubres que hay partes de tí que llevan años olvidadas, esto te permite recuperar la movilidad y agilidad que has ido perdiendo con los años y te abre un mundo de posibilidades para vivir la vida plenamente.  Una vez que experimentas esa sensación descubres un nuevo camino de lleno de posibilidades.